miércoles, 25 de noviembre de 2009

X

El Vagabundo llegó ante una gigantesca puerta en medio de la llanura nevada. Estaba hecha con alabastro negro y tallada habilmente con la escena de una orgía. Se situó al otro lado, y encontró tallas igualmente hábiles, pero con la Muerte danzando y su séquito de calaveras.

El Vagabundo golpeó varias veces preguntándose cómo abrirla. Una mano le tocó el hombro, la mano de la mujer barbuda que, tras su barba, sonreía.

Llamar no bastará para abrir esta puerta. Los gigantes de hielo la encontraron antes que tú, y su furia, armada por bastos garrotes, no la ha derribado. Los mamuts pasaron por aquí y las embestidas con sus largos cuernos de marfil no la han destruido. Los rayos de los orgullosos dioses del cielo trataron de abatirla, y no lo lograron. Así habló la Mujer Barbuda, y el Vagabundo preguntó: ¿Qué puedo hacer para abrirla?

"Despertar bastaría."

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