sábado, 21 de noviembre de 2009

VI

El Vagabundo llegó a un lugar donde el Padre ahogaba al Hijo en su llanto. Sus abundantes lágrimas formaban un charco abrasante en la nieve, mientras el Hijo, de rostro desconocido, sacudía su cabeza bajo las lágrimas. El Padre sollozaba con el rostro arrugado por la pena y la miseria.

"¿Por qué ahogas a tu hijo?" preguntó el Vagabundo. El Padre lo miró, sin comprender, y siguió agarrando el largo cabello, apretando contra el charco salado. Parecía un agricultor enterrando una patata. Yo lo quiero, yo lo quiero, es lo único de mi vida, decía entre balbuceos. Y seguía apretando.

Junto al charco de lágrimas el Vagabundo encontró una pared de cera. Hundió ahí sus dedos, con rabia, y rugió desde las tripas.

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